Desde que tengo uso de razón, re-decoraba todo espacio en el que estuviera. No olvido la cara de mi mamá cuando entraba y veía todo completamente cambiado y su pregunta era… ¿Cómo moviste los muebles?
Cortaba las mangas de las camisas, los calcetines y faldas para hacerle ropa a las muñecas. Obvio sin permiso. Transformaba la ropa de todos en casa. Le pegaba piedras y botones, las pintaba y bordaba, las cortaba y hacía mas chicas para que me quedaran. 😉
Pasaba horas haciendo letreros de nombres de mis amigas y familia. ¡¡Eran mis regalos especiales!!
Bordaba servilletas con caballos (¡horribles!) para mi abuelo. Tejía bufandas (con mil puntos perdidos), según yo, iba a lanzar una línea para vender. Nunca me imaginé que años más tarde vería en Matrix suéteres con mis puntadas jejeje….
A los 6 años, les pedí a los reyes magos una máquina de escribir. Me sentía toda una escritora. Una libreta, agenda o diario por supuesto siempre me han acompañado.

Cambié de carrera 3 veces y he tomado clases de todo lo que te puedas imaginar. No paro. Necesito vivir por lo menos 120 años, mi lista de aprendizaje todavía es larga.

Lo que mis manos crean cuando escapo del tiempo.

Siempre tuve claro que por mis venas corría la sangre artística de mi mamá, mi Lulita y mi abuelita.

Y entre otros aprendizajes, el 2020 me hizo ver que también la sangre de mi papá la traigo fuerte.  Hago corajes si leo noticias y entendí que,  si la vida te da limones… ¡¡¡PIDE EL SALERO Y UN TEQUILA !!! Ahora me relajo como él.